Sobre lo viviente: ¿Los cristales tienen vida?


Era una tarde cualquiera, y Sol —de 7 años, taurina y brava— volvía de la escuela con una preocupación que le ardía como lava recién erupcionada. Un profesor le había soltado una sentencia inaceptable: "Los cristales no tienen vida".

Para ella, esto era un absurdo. En su casa, los cristales y las piedras respiran en cada rincón: anidados en estanterías, entre las plantas del patio, testigos de los rituales donde mamá y papá tejen armonía. Dos años antes, a punto de cumplir cinco, durante uno de tantos viajes en auto, ya me había revelado su verdad con esa sabiduría infantil que corta como hoja de obsidiana:

“– …el volcán sabía que tenía que hacer los cristales para la vida, por eso eructó la lava, que se desparramó por todos lados, y después se congeló y se hicieron los cristales.

– ¿Así que los cristales son para la vida, Sol? ¿Cómo ayudan a la vida?

– y, ayudando a curar, a desenfermar…”

Por supuesto, las definiciones dependen del contexto. En biología, "vivo" exige células y metabolismo. Pero reducir la realidad a fragmentos es como mirar un cristal solo por su color: te pierdes su brillo, su geometría sagrada, su eco en el mundo. Existe la anatomía, pero también la fisiología; lo que el microscopio muestra, pero también lo que late entre las cosas.

Entonces aparece la pregunta: ¿y si “lo viviente” está en el vínculo?

¿Qué es esa fuerza que cohesiona, ya sea los átomos de un cristal —manteniendo su forma y estructura— o los corazones de dos personas que se encuentran?

El enojo de Sol no era capricho: era la fisura que se abre cuando lo que sientes choca con lo que te dicen. Pero en esas grietas, cuando sujetamos al ego, apaciguamos las emociones y recuperamos el poder de mirar con inteligencia, germinan las preguntas y con ellas, la energía para movernos en otros sentidos.

 

Por eso me gustaría, a priori, orientar nuestra energía en dos reflexiones:

1.¿Qué es "lo viviente"? ¿Acaso la biología tiene el monopolio de la vida, o hay una inteligencia más antigua —mineral, cósmica— que la ciencia aún no nombra?

  1. ¿Cómo acompañar a las infancias? "Para que las certezas heredadas se conviertan en ramas flexibles que inviten a explorar, en lugar de jaulas que limiten el asombro."

 

Pensando en la vida desde una perspectiva más amplia, holística y hasta poética.

Aquí van algunos aportes a los dos ejes de reflexión:

1. ¿Qué es "lo viviente"?

Desde la mirada convencional (biología, física), la vida se asocia a organismos con metabolismo, reproducción y capacidad de adaptación. Los cristales, al ser estructuras minerales sin células ni procesos biológicos, no encajan en esta definición. Pero...

·       Vibración y energía: Los cristales (como todo en el universo) están compuestos por átomos en constante movimiento. Para muchas cosmovisiones (como la de los pueblos originarios de Abya Yala o tradiciones espirituales orientales), la "vida" no es solo biológica, sino una cualidad de la energía organizada. Los cristales emiten frecuencias, almacenan información y hasta interactúan con su entorno (ej.: piezoelectricidad en el cuarzo).

·       Lo viviente como red relacional: Si la vida es "lo que se vincula", entonces los cristales participan de ella. Son parte de ciclos geológicos, influyen en campos electromagnéticos y, para Sol, son compañeros de curación. Como nos gusta decir: ¿la vida está en el "entre"? Quizá lo vivo no sea un objeto, sino procesos de conexión (como el diálogo entre un volcán y la tierra, entre la flor y la abeja, o entre un cristal y quien lo sostiene).

·       La sabiduría de las piedras: En culturas como la andina, las piedras son huacas (sagradas), portadoras de memoria y conciencia. La ciencia moderna también estudia cómo los minerales influyen en la evolución (ej.: el silicio en el origen de la vida).

 

Propuesta: Ampliar la definición de vida desde una perspectiva contextual y dialógica

Siguiendo el pensamiento complejo de Edgar Morin (Morín, 1999), donde "la unidad y la diversidad son complementarias", podemos entender que la vida no se define desde un único paradigma. En una clase de biología, los cristales son estructuras minerales sin las funciones vitales clásicas; pero en el mundo de Sol o en un espacio ritual, se transforman en agentes activos, cargados de significado y presencia.

Esto no representa una contradicción, sino la riqueza del conocimiento humano, capaz de habitar múltiples perspectivas. Como señala Morin: "La realidad es polisémica y requiere miradas complementarias". En lugar de jerarquizar miradas, imaginemos un diálogo donde lo objetivo y lo subjetivo, lo cuantificable y lo vivido, coexistan sin anularse. Los cristales, entonces, pueden ser rocas y compañeros, según el mundo que habitemos en cada momento."

La vida, entonces, podría ser ese fenómeno que se revela de distinta forma según el lente que usemos:

  • Como proceso bioquímico (en un laboratorio)
  • Como red de relaciones (en una ceremonia)
  • Como experiencia íntima (en las manos de una niña)

Lo crucial es que estas visiones no compiten: se complementan. Los cristales son, a la vez, minerales inertes para la taxonomía científica y seres con agencia para quienes establecen vínculos con ellos. Esta coexistencia de saberes es justamente lo que nos invita a pensar la vida no como categoría fija, sino como un diálogo permanente entre lo medible y lo sentido, entre lo objetivo y lo simbólico.

En lugar de preguntarnos "quién tiene razón", podríamos preguntarnos: ¿Cómo enriquecen estas miradas divergentes nuestra comprensión de lo que significa estar vivo?


2. ¿Cómo comunicarnos con las infancias ante estas preguntas?

El enojo de Sol revela algo clave: las contradicciones entre el mundo intuitivo/simbólico y el racional pueden generar frustración. Algunas ideas:

        · Validar su percepción:

      "Veo que para ti los cristales son especiales. ¿Qué te hace sentir que están vivos?"

    Orientación pedagógica:
Esta aproximación honra la experiencia subjetiva mientras mantenemos un pie en el rigor científico. Al validar primero ("Veo que..."), creamos un espacio seguro donde el niño/a siente que su mirada es respetada. La pregunta abierta ("¿Qué te hace sentir...?") invita a articular pensamiento simbólico sin juicios, permitiéndonos descubrir cómo construyen significado. Luego, podemos tender puentes: "Los científicos observan otras cosas también, ambas formas de saber nos enseñan algo valioso y cuando las reunimos pasan cosas maravillosas".

· Jugar con los límites:
"Los científicos dicen que no están vivos porque no comen ni crecen, pero ¿sabías que los cristales crecen bajo tierra? ¡Como si fueran plantas de roca!"
Orientación pedagógica:
Aquí usamos una tensión creativa: contraponemos el paradigma científico con datos que lo matizan (el crecimiento mineral). Esto estimula el pensamiento crítico y la capacidad para sostener contradicciones. La metáfora ("plantas de roca") activa la imaginación mientras introducimos lenguaje científico ("crecimiento cristalino"). Clave: Usar un tono de descubrimiento compartido, no de corrección. Ejemplo: "¿No es fascinante que algo aparentemente 'no vivo' pueda crecer? La naturaleza siempre nos sorprende".

· Contextos como lentes:
"Con anteojos verdes, todo es verde; con los de la ciencia, vemos células; con los del corazón, quizá veamos la energía vincular"
Orientación pedagógica:
Esta metáfora enseña epistemología práctica: muestra que todo conocimiento es una perspectiva, no la verdad absoluta. Para profundizar:
Físicamente: Podemos hacer dibujos de "anteojos científicos" vs. "anteojos poéticos".
Pregunta clave"¿Qué ven tus lentes favoritos? ¿Qué se les escapa?"
Así cultivamos flexibilidad cognitiva: la habilidad de cambiar marcos interpretativos según el contexto.

· Explorar en conjunto:
Buscar libros/documentales (geología + usos ancestrales), diseñar experimentos: ¿reacciona un cristal al calor, a la luz o a una emoción?
Orientación pedagógica:
La investigación conjunta convierte la duda en metodología. Al contrastar fuentes (ciencia + tradición), enseñamos que el conocimiento es plural. Los experimentos son clave:
Objetivo"Vamos a probar cómo interactúa el cuarzo con..." (luz/sonido/emoción)
    Reflexión"¿Los datos coinciden con lo que sentimos? ¿Por qué podría ser?"
Esto desarrolla pensamiento transdisciplinar: miden datos físicos mientras reflexionan sobre percepción.
Esto desarrolla pensamiento transdisciplinar: miden datos físicos mientras reflexionan sobre percepción.

 

 


Estas estrategias desarrollan los cuatro pilares del aprendizaje del siglo XXI ( (Delors, 1996); (P21 Framework, 2009)):

  1. Validar → Habilidades socioemocionales
  2. Jugar con límites → Pensamiento crítico
  3. Lentes contextuales → Creatividad
  4. Explorar juntes → Colaboración

 


 

Para Sol (y para todos nosotros):

Su pregunta trasciende lo aparente: no es solo sobre cristales, sino sobre los modos de conocer y el sentido mismo de la educación. Ella encarna esa capacidad humana —tan ancestral como urgente— de percibir la vida más allá de lo mensurable. Esta no es una mera intuición infantil: es un llamado ético. ¿Qué elegimos cultivar en las infancias? ¿Una educación que reduzca el mundo a lo cuantificable, o una que abrace también lo inefable: los vínculos, los símbolos, las preguntas que no tienen respuesta única?

La propuesta intenta co-crear un "manifiesto de lo vivo" donde tengan cabida:

  • Lo tangible (los cristales como minerales),
  • Lo simbólico (las piedras como compañeras de prácticas vitales),
  • Lo relacional (los lazos que nos constituyen).

 

Fundamentaciones pedagógicas para investigar más:

  1. Ética del cuidado (Noddings, 1984): Educar no es solo transmitir datos, sino habilitar formas de habitar el mundo con sensibilidad.
  2. Pensamiento complejo (Morín, 1999): La contradicción ("¿Viven los cristales?") no es un error, sino un motor cognitivo.
  3. Derecho a lo poético (Skliar, 2017): Las infancias merecen acceder a todos los lenguajes —el científico, el poético, el ancestral— para nombrar la realidad.
  

"Más allá de si los cristales tienen vida, la vida tiene cristales": desde el ADN que organiza la materia hasta el agua que fluye en nuestros cuerpos. Esta paradoja no es un callejón sin salida, sino un umbral. Quizá la tarea no sea resolverla, sino aprender a habitarla —como Sol— con asombro y valentía.

 



 

Bibliografía

Delors, J. (1996). La educación encierra un tesoro. UNESCO.

Morín, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro.

Noddings, N. (1984). Caring: A feminine approach to ethics and moral education. University of California Press.

P21 Framework, C. S. (2009). Partnership for 21st Century Skills. (2009). P21 Framework for 21st Century Learning. http://www.p21.org.

Skliar, C. (2017). Pedagogías de las diferencias. Noveduc. 

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